Lo hondo de mi pecho
- Amairani Martin
- 5 jun 2020
- 2 Min. de lectura

Yo como que siempre estoy buscando. Quizá por eso siempre estoy entretenida con algo. Quizá por eso leo libros al mismo tiempo. En mi búsqueda se basan mis elecciones. Todo lo que me rodea me parece que guarda alguna respuesta. Las busco sin ser del todo consciente, pero en el fondo siempre estoy buscando algo. ¿No te pasa? Seguro que sí, todos siempre buscamos respuestas, a veces sin saber nuestras preguntas. A veces, sin saber.
En muchas ocasiones creo que las encuentro. Encuentro respuestas en un charla con alguien, riendo con mis amigas, observando a mis hermanas. También las encuentro en la pantalla, no importa si es grande o pequeña, si es de mañana o de noche. Por supuesto las encuentro en las páginas, en las letras, ficción o no ficción, releídas o leídas por primera vez. Encuentro respuestas también en la naturaleza, en lo que está vivo y huele a vivo. En lo verde, en lo colorado y en los paisajes: mares, montañas, desaturadas o contrastantes.
Hay tardes de algún día tranquilo en las que me cuesta decidir dónde investigar mis respuestas, quizá porque no sé exactamente qué estoy buscando. En el caos de un día dinámico no da tiempo de ponerse a pensar, uno actúa, se mueve bajo presión y piensa más rápido. Pero en esos días que son más quietos sí da tiempo de detenerse a pensar por ejemplo, qué ropa ponerse. Da tiempo de sobra y sin prisa uno tiende a demorar más en decidir. Ese es el día en que te pruebas varios atuendos hasta quedar contenta con como luces, pero descontenta por haber perdido tanto tiempo. No sé tú. A mí me pasa.
Pero qué bueno que existen todavía en medio de este mundo que transcurre tan fugaz, días lentos. Tan lentos como los domingos. Este jueves por ejemplo, ha ido casi tan lento como un domingo. Y qué bueno porque hacen falta a veces, son necesarios a veces. Y lo dice una mujer que poco sabe de quietud. Que ve asombrada a quienes despiertan tarde, desayunan en calma, miran una película y luego vuelven a la cama a tomar una siesta ¿cómo le hacen?, me pregunto en silencio.
Esos domingos lentos que siento insoportables traen respuestas. O eso es lo que quiere pensar mi buscador incansable. Con el tiempo he ido descubriendo que a esa vorágine de preguntas nunca las voy a saciar con lo que me rodea, porque lo que está afuera de mí no es suficiente y creo que nunca lo será. En cambio lo que está en mi interior basta y sobra para responder esas preguntas. Así es como he aprendido que más a menudo debo dejar de investigar en los otros, en las páginas, en las fronteras y ponerme a investigar en mi pecho.
En lo hondo de mi pecho he encontrado respuestas, he encontrado paz, felicidad. Sólo ahora que lo visito más seguido he descubierto que es muy hondo. Es probable que nunca me entere de su profundidad, pero me imagino que es muy grande. Me tranquiliza imaginarlo grande y hondo porque eso quiere decir que caben en ese pecho todas las respuestas a todas las preguntas. Y “todas” es más que mucho, “todas” es demasiado.
Comments