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Días que se van volando

  • Amairani Martín
  • 23 feb 2017
  • 2 Min. de lectura

Sé que ha habido mucho silencio de mi parte estas últimas semanas, pero en realidad creo el silencio también dice mucho. No es que no se me haya ocurrido nada que escribir en estos días, más bien tengo varias cosas, sólo me ha hecho falta tiempo.

Han sido semanas donde el horario se tiene que ajustar a las actividades y cada una de ellas van casi apiladas, una sobre otra desde que amanece hasta que salen las estrellas en el cielo. En el trabajo uno siempre tiene cosas que hacer, pendientes que resolver y que muchas veces se van aplazando hasta que maravillosamente uno puedo ir poniéndole palomita una vez que lo cumple, se siente bien. Después está la escuela, la que en muchas ocasiones visualizo como un videojuego donde hay que ir desbloqueando niveles y cumpliendo reto tras reto; es divertido, pero a veces uno está tan enfocado en el “nivel” o “reto” en que se encuentra (una materia o un examen) y se olvida de recordar por qué lo hace. Eso es lo que no hay que perder nunca de vista, los sueños hay que mantenerlos frescos en la mente y en el corazón.

Pese a ello, hay que saber disfrutar esos días ocupados y saber darnos ratos de diversión, donde nos olvidemos de todos los pendientes y tan sólo nos dejemos seducir por un aroma, flotar con una canción, viajar con el fragmento de un libro, transportar con una película, dejar llevar por las olas del mar, encontrar nuevos caminos entre las calles, dejar al aire tocarnos la piel y al clima fresco de las mañanas penetrar cada tejido de nuestra ropa hasta llegar a los tejidos de nuestro cuerpo, tan sólo pensar en lo que más nos guste, soñar nuestro sueño favorito...

Hasta que de pronto el reloj te recuerde que debes ir a clase, pero aún así deja deambular tus hermosos pensamientos, sueños, ilusiones por toda tu cabeza y tu cuerpo hasta que te vayas a dormir.

¡Haz lo que te guste porque lo días se van volando!

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